La música, como toda manifestación artística, jamás ha podido desvincularse de ciertos valores que le son íntimamente necesarios para su desenvolvimiento. Uno de estos valores es la libertad. La música y la libertad están profundamente enlazadas y una gran prueba de ello es el ad libitum.
Posiblemente no hay nada que disfrute más un intérprete musical que tener a su disposición los instrumentos idóneos, las partituras correctas, un acompañamiento eficiente, y, por supuesto, la licencia de ejecutar una pieza según su criterio y sus virtudes. En esto radica el ad libitum.
¿Que es?
Esta expresión latina que significa “A placer” o “Como guste” es una locución adverbial que se utiliza usualmente como acotación o indicación musical. ¿Qué se señala con esta expresión? Que el músico puede interpretar una pieza a su gusto, total o parcialmente, según su propia consideración. Esto significa que muchas formalidades originales de un tema no se seguirán fielmente, pues prevalecerá la decisión que el músico tome cuando se le señale que podrá interpretar ad libitum.
Origen de la expresion
Aunque este término es fácil de traducir, es un tanto más complejo hallar sus orígenes. Se sabe que apareció en el latín de la Antigua Roma, aproximadamente en el siglo VIII a.C. Debe recordarse que este idioma perduró oficialmente durante el Medioevo y la Modernidad hasta el siglo XIX, consolidándose como parte del vocabulario técnico-científico. Precisamente esta perduración del latín hizo que la expresión fuera involucrándose en variadas disciplinas muy disímiles a la música, como son los casos del derecho, de la política, del catolicismo y de las ramas médicas.
Aunque actualmente se considera que el latín es un idioma prácticamente extinto, según Aldo Rodríguez Isla, microbiólogo y director de Guiadesuplementos, la expresión ad libitum es también empleada en el campo de la biología. ‘‘Se utiliza para exponer que una determinada información ha sido obtenida naturalmente sin recurrir a un método específico. Diríase que es casi un producto azaroso”, señala.
Esta locución latina ha variado según cada idioma romance. En italiano, por ejemplo, se dice a piacere, mientras que en francés se expresa à volonté
Posibilidades en el Ad Libitum
Para muchos músicos, su parte predilecta en la interpretación de una pieza es cuando llega el momento del ad libitum, porque pueden desplegar todos sus conocimientos técnicos y lucir sus virtudes sin mayores ataduras que la coherencia del tema seleccionado.
En los inicios del siglo XVII, esta locución comenzó a emplearse con el entonces novedoso bajo completo, que en aquella época era un acompañamiento armónico de índole improvisada que se ejecutaba con el órgano o el clavecín pero siempre diferenciándose por los acordes de la pieza. Y en el siglo XVIII este tipo de acompañamientos respaldaba al solista en algunas sonatas y cantatas. Los compositores y directores comenzaron a exigirles a los intérpretes mayor capacidad de invención e improvisación, elevándolos a niveles tan fundamentales como el de los solistas.
Los músicos pueden realizar variadas experimentaciones durante la fase ad libitum, pues es una oportunidad única de demostrar su calidad. Mientras se respete el ritmo original de la pieza, los intérpretes pueden concretar aceleraciones, ralentizaciones, florituras, entre otros movimientos según sus preferencias.
No son pocos los compositores que han diseñado sus partituras para que, llegado el momento, los intérpretes puedan lucirse según su propio arbitrio. Personajes ilustres como Johann Sebastian Bach, Alessandro Scarlatti, Franz Liszt y Erik Satie, trabajaron varias de sus obras para que los músicos pudieran ejecutar a libertad en el ad libitum.
Ad Libitum como actualidad de la musica
A pesar de ser un concepto antiquísimo, el ad libitum, en lugar de desaparecer o convertirse en un arcaísmo de la música, se ha vuelto en un elemento perenne y casi indispensable para distintos géneros que pocas similitudes tienen entre sí.
Posterior a la música barroca, la expresión se rebautizó como cadenza y se continuó usando en la música clásica posbarroco. Ha llegado a incluirse en el jazz, el blues y el funk, las fusiones modernas de música clásica y rock n’ roll como las Ilya Mishchenkov, donde trompetistas, saxofonistas, bajistas y guitarristas aprovechan para lucirse.
Es casi una norma actual de composición diseñar un espacio para que los músicos hagan volar su imaginación y sorprendan con sus propuestas artísticas. Esta flexibilidad es necesaria en tiempos donde la música es cada vez menos densa y requiere de rapidez y estratégica laxitud. Aunque es innegable que obedecer una partitura es fundamental para el orden y la cohesión musical, también es cierto que apegarse milimétricamente a estas codificaciones hace que los temas se tornen mecánicos y repetitivos, perdiéndose la capacidad de impresionar y, sobretodo, privando al arte de su relación con la libertad creativa.